El otro día en Twitter leí una sabia reflexión que decía más o menos esto: "Si llego a saber que ser adulto era este peñazo no me habría pasado la adolescencia viendo porno y masturbándome".
Es un consuelo saber que no soy la única que se siente estafada por la brutal intranscendencia de la realidad, aunque preferiría seguir tocándome la mayor parte del tiempo.
Lo cierto es que en mi vida de adolescente hubo algo más que masturbación: hubo mucha felicidad, para qué mentir, e incluso dediqué mi tiempo a escribir, a ir a manifestaciones y a formarme una opinión propia, beligerante y crítica. Oh, la inocencia... ¡Tenía tan claro quién iba a ser, y cómo! Y en el futuro imaginado no había ni tan siquiera un mínimo margen de error.
Pero sí existió un pequeño problema en todo este proceso: la mayoría de los adultos a mi alrededor me miraban con esperanza y creo que intentaron convencerme de que era una promesa de algo. Les creí durante un tiempo, como hemos hecho todxs alguna vez... ¿quién no está ansiosa por destacar?, ¿quién no se proyecta en el mejor de los futuros posibles? Si nos dicen que podemos vivir de la poesía y del teatro, nos lo creemos. Si nos dicen que con 26 ya no tendremos granos, ni nos dolerá la regla, ni tendremos que ponernos Anticelulítico Extremo marca Deliplus, nos lo creemos. Si nos dicen que seremos suficientemente guapos como para hincharnos a follar y cobrar 1.200 euros al mes, así, por nuestra cara bonita, nos lo creemos, joder. Y si los medios y nuestros amigos nos convencen de que la vida puede ser maravillosa, como vivir en un vídeo de Chris Dane Owens, nos lo creemos, porque no nos queda otra, porque sin la esperanza del éxito y el amor no tendríamos motor para levantarnos por las mañanas.
Y los que están arriba saben todo esto, saben que necesitamos razones para seguir adelante. Incluso cuando el pastel se ha destapado y vemos las orejas del FMI asomando detrás de esas marionetas de ano agradecido que llamamos políticos. Ya no importa, aunque lo sepamos, también sabemos que tenemos que sobrevivir. Como sea.
Para muestra, un botón:
"La publicidad nos hace desear coches y ropa, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco nos hemos dado cuenta y estamos, muy, muy cabreados."
Da donde duele, ¿verdad? Y sin embargo, ¿no captan la sutil ironía? Este discurso, precisamente este discurso, en boca de un dios del cine (Brad Pitt) al lado de una estrella del rock (Jared Leto, líder de 30 Seconds to Mars). A esto en mi pueblo se le llama metérnosla doblada.
Solía sentirme avergonzada. Porque si esa niña que fui, llena de proyectos e imaginación, tuviera un Delorean con condensador de fluzo a mano y pudiera venir a visitarme aquí, al 2011, apenas podría mirarla a los ojos... Tendría que decirle esto, y no sabría cómo: "No triunfaste, pequeña, fue todo demasiado para ti. No fuiste fuerte, te viniste abajo, te picó el virus del miedo, tuviste que volver a casa de tus padres un año entero, como cuando el Atleti bajó a segunda, y perdiste lo que más querías... y para cuando despertaste y el veneno de la mediocridad salió de tu cuerpo, ya era tarde. Ah, y ahora trabajas en un McDonald's".
Bueno, he pagado el precio. Nunca deja de sorprenderme el amargo sabor de la ironía que me arrojan constantemente aquellxs que aguantaron mejor que yo. Me han llegado a decir que me admiraban por la manera en que perseguía mis sueños, para más tarde revocar toda esa admiración en forma de desprecio por no haber estudiado una carrera con salidas. Porque sería quien soy si hubiera estudiado un MBA en Georgestown, no te jode. Da igual. Ahora que he salido del coma y que le debo más de una explicación a mi yo del pasado, he decidido que estoy a tiempo.
He decidido que no tengo talento, que nunca lo tuve. He decidido que no fui ni soy una promesa de nada. He decidido que cada segundo de mi intranscendente y precaria vida estará dedicada, a partir de ahora, a NEGAR todo lo que sé y conozco sobre mí misma y la realidad.
Como la ausencia de respuestas me llevó a todos los abismos que existen, he decidido disfrutar de no tener salida. Este NO va a ser el verano de mi vida... y diciendo esto, me abro a la oportunidad, a la posibilidad de que SÍ lo sea. ¿Captan el mensaje? Voy a pasarme la semana diciendo que no follo, a ver qué pasa.
En este punto debería estar jodida, cabreada, llorando por las esquinas y rasgándome las vestiduras, gritando "quién me ha robado el mes de Abril o la juventud entera". Me pasé años haciendo eso, y aparte de ser malo para el cutis y la vida social, aburre, y mucho. En vez de eso, me voy a ir a mi curro de mierda en mi turno de noche que me hace salir a las 2.30 de la madrugada, y cuando vuelva, la cerveza y la literatura erótica me harán ver la vida de otra manera. Estar de vuelta de todo tiene sus ventajas. Es cierto que cuando llegas al fondo no quedan más cojones que coger impulso y subir.
Oh, la irreverencia, sí... Quizá todo esto no sean más que estupideces.
Quizá todo esto se reduzca, en realidad, a que aquí estamos nosotrxs, tirando hacia adelante, matándonos a trabajar, con el cuchillo entre los dientes, mientras los ricos, los futbolistas, los del Opus y los políticos se hinchan a tener churumbeles. Pronto el proletariado enculado seremos la minoría, y entonces, tendremos que pedir que el apocalipsis zombie venga de una puta vez para salvarnos de la esclavitud moderna.
Mastúrbate mientras puedas.
3 comentarios:
hala, ya me he hecho miembra de este blog y soy la primera.
Buenas. Aviso: voy a caer en tópicos típicos y, a lo mejor, míticos. Allá va.
¿Quién te dijo que la vida era una carrera rápida, 100m lisos? No son ni siquiera 400 obstáculos. Esto es carrera de fondo. Incluso, o mejor dicho, una maratón.
Tus másteres o másters (o cómo se diga) los estas haciendo ahora y los vas a seguir haciendo en los próximos 80 años (aproximadamente).
-momento abuela cebolleta- Cuando yo tenía casi 27 años decidí que ya tenía que buscarme la vida (eso con una carrera universitaria sin terminar y con visos de tardar aún un par de años para terminarla) y me puse a buscar trabajo: me encerré en casa de mis padres a preparar una oposición (para nivel de diplomatura). Hoy no te contaré las vicisitudes de los años que transcurrieron hasta que conseguí aprobar la oposición para el cuerpo en el que hoy trabajo (de nivel de bachillerato). Fue mi opción, tan válida como cualquiera, aunque verdaderamente da toda la pinta de haber metido la cabeza bajo el ala.
Tu opción es buscarte la vida aunque sea pasando por trabajos como hamburguesera, pero estás en el lugar que tú has decidido estar. Y que pongas hoy hamburguesas no quiere decir que no vayas a llegar a dónde te propongas. Porque tú lo vales. Y la vida no es un jardín florido, hay luces y sombras. Ya me ves a mi, con días alegres y días de mierda (yo creo que de eso no se libra nadie). El caso es que ya que estamos, vamos a tirar palante, con talante o sin él. Cantando de vez en cuando con Cecilia aquello de "si no fuera porque...", o recordando a Goytisolo y sus Palabras para Julia.
Te lo avisé, voy a caer en tópicos, lo he cumplido.
Canción para hoy (además de la más bonita que ninguna de Rocío Durcal que te he dedicado en mi muro del facebook): "Always Look on the bright side of life".
Un fuerte abrazo.
Clemen, querida, qué sabia eres y qué entregada cuando me escribes estas cosas que me hacen sonreír y me dan ganas darte abrazos de oso. A estas alturas, lo único que pretendo escribiendo estas cosas es mostrar los efectos directos del sistema en que vivimos en cierta parte de la sociedad, la mía, claro, la de la chavalada. Que no se os olvide que aunque todo sea verídico y verdadero, aquí soy un poco personaje. Siempre miro al lado brillante, ahora sí, ahora he aprendido. La lucha es alegría, como decían los portugueses. Besos mil y gracias por pasarte.
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